sábado, 17 de diciembre de 2016

SOÑAR ES GRATIS. Pedro Gómez

Me recuerda la fábula del rey desnudo. Es a propósito de la Crisis, con mayúscula, de nuestro partido socialista. Mucho hablar, los que tienen voz y se les oye, de lo que necesita, con palabras tan grandes como huecas, ‘el bien de España’, ‘lo primero, la gente’, ‘recuperar la calle’, ‘ahora toca pensar’, ‘ganar el futuro’… y no se dan cuenta, o sí −y no se atreven a hablar de su desnudez−, de que los problemas, y sus vías de solución, los tenemos delante de nuestras narices, mostrados también con letras mayúsculas: P.S.O.E.
No quisiera dármelas de fatuo, ni están estas líneas escritas con afán exclusivista ni mucho menos categorizador. Tengo, como dice V. Camps, mis dudas, pero también mis pequeñas convicciones. Ahí van:
P: Partido. La organización política del partido es obsoleta, está caduca, y su fecha de caducidad hace años que pasó. Posiblemente sea el primero y más contundente de los problemas que padecemos y, sin duda, es el que tira de todos los demás. Por eso tenemos que hablar de la absoluta y rotunda necesidad de conformar otro modelo de partido, en el que los liderazgos, a todos los niveles, emerjan y se consoliden, por encima de todo, por las cualidades intelectuales, profesionales y políticas de las personas, y no sólo por el sistema de cooptación establecido a través del ejercicio del poder institucional. Barones, y baroncillos, que lo son todo, y devienen en poco o nada cuando dejan de ostentar el cargo. Necesitamos líderes con alta formación, reconocidos y valorados, ante todo, en su ámbito profesional, con proyectos contrastables, con la experiencia necesaria en la gestión de equipos y políticas públicas. Personas que no hagan de la política su profesión, ni que medren en su profesión acunados en la política. Por tanto: primarias abiertas, con equipo, proyecto y currículum; limitación de mandatos; se acabaron las puertas giratorias, los cargos vitalicios…
Y necesitamos personas afiliadas y comprometidas –recelo del vocablo ‘militantes’ cuando he visto a tantos que militan bajo el ordeno y mando, a lo militar, y de lo de ‘las bases’, en contraposición a ‘las alturas’− con más cultura política. Hace mucho que dejó de importar la formación de la gente del partido, y así nos va. Sin buenos mimbres no puede haber buenos cestos. La política, querámoslo o no, es cosa de élites, en el sentido gramsciano, de los mejores. También en el ámbito de los comportamientos. Y se requiere, además, dar a los afiliados más voz y más poder de decisión –el empoderamiento de marras−.  ¿Cómo conseguirlo? La afiliación es un derecho que debe ganarse: no entra quien quiere, sino quien lo merece. Vuelta al padrinazgo, y mecanismos para evitar la perversión de las afiliaciones sectarias interesadas. Consultas directas para tomar decisiones importantes, sin caer en un obsoleto asamblearismo. Y formación, obligatoria.
S: Socialista. De todos son sabidas las dificultades que atraviesan las socialdemocracias para responder eficazmente y sin renunciar a sus principios a los grandes retos del nuevo siglo: poder absoluto del neoliberalismo, mercantil y financiero, crisis de valores y desafección de la política, corrupción, brecha social, nacionalismos de ultraderecha, deriva ecológica, movimientos de poblaciones, violencia… Necesitamos un partido socialista contundente ante todos estos retos, intransigente e incompatible con las políticas conservadoras, vengan de donde vengan; beligerante y defensor a ultranza de los derechos constitucionales, humanos; modelo de comportamiento ético; riguroso en el cumplimiento de la ley, decididamente volcado en la defensa y mejora de las libertades individuales y colectivas y en la compensación de las desigualdades.  Ni un minuto cómplice por activa o por pasiva de gobiernos conservadores, ni actuar de salvavidas, por muy encrespado que esté el mar.
O: Obrero. El partido socialista nació obrero en un país y en una sociedad de obreros y patronos. De ahí la necesaria vinculación con las organizaciones sindicales obreras. Ahora, ni los viejos sindicatos de clase son obreros, y el partido socialista se ha quedado huérfano. El reducto de apoyo social que queda es muy escaso y, con todos los respetos, manifiestamente mejorable. Por eso el nuevo partido socialista ha de dejar de ser ‘obrero’ para ser no solamente obrero, sino un partido en el que el que tiene un salario, el que lo busca, el que lo ha perdido, el autónomo, el empleado público, el estudiante, el pensionista, todos ellos, vean en él un referente para resolver sus problemas. Hombres y mujeres, trabajadores. Las políticas económicas y laborales han de ir dirigidas a lograrlo.
E: Español. Si faltaba algo para complicar más el panorama, aquí lo tenemos: español. El partido socialista continua anclado en una concepción del modelo territorial surgido de/en un periodo histórico que, si bien sirvió para asentar un Estado democrático, es ahora a todas luces insuficiente y anquilosado, a la vez que poco eficaz. Para superar el Estado de las Autonomías se habla del modelo federal, pero con la boca pequeña y con muchas reticencias. Aún queda mucho españolismo trasnochado por estas tierras. Decididamente, el partido socialista ha de avanzar hacia una nueva concepción del Estado plurinacional, con propuestas claras, no sólo con nominaciones y calificativos más o menos vistosos. Hacia una nueva Constitución donde el Estado, federal, es todo, desde los pequeños gobiernos locales. La apuesta pasa por una mayor descentralización, amplios niveles competenciales, nuevo modelo de financiación, de participación territorial en las reglas comunes. Un nuevo Senado al servicio de este modelo. Y una administración central, como en cualquier Estado federal, con las competencias justas e imprescindibles.


Espero que en un próximo Congreso, después de los turrones, y con un plebiscito previo de Primarias, tengamos ocasión de valorar y decidir quién es el candidato que con mayor brío y credibilidad asume y apuesta por dirigir el renacimiento del nuevo partido socialista con las pautas expresadas. Difícil cuestión, pues, según tengo entendido, daría por tierra el principio de R. Mitchell sobre la ‘ley de hierro de la oligarquía’, y su incapacidad para liberarse de las aristocracias, pues son ellas mismas las que hoy por hoy, tienen las riendas del poder en el partido.                

viernes, 25 de noviembre de 2016

Reedición de la tertulia


El pasado miércoles, 16 de noviembre, retomamos nuestras tertulias. Ahora nos reunimos en el restaurante 'Rústico', de la Avda. Casalduch.
Hemos renovado la plantilla con nuevas incorporaciones; también hemos sufrido algunas bajas. Y para la próxima esperamos a dos más: Asun Ventura, que podrá asistir, y Javier Garriga, invitado por Carmen.
La tertulia, como cabía suponer, giró en torno a la situación del PSOE: Gestora, Pedro Sánchez, Susana Díaz, crisis electoral, de liderazgo, ideología, barones, militancia... Cada cual expresó con mayor o menor vehemencia sus opiniones. Después de tanto tiempo, y con lo que está lloviendo, era de esperar que la tertulia tuviera algún momento tormentoso. Pero fue provechosa: había que comenzar.
Decidimos:
- Realizar las tertulias, como venía siendo costumbre, mensualmente, pero alternando el tercer miércoles y el tercer jueves. Así, la próxima será el jueves 15 de diciembre.
- Disponer del blog como medio de comunicación de las tertulias. En éste que ya teníamos. Aquí caben todas las colaboraciones que deseen los participantes y, si es posible, se incluirá un resumen de cada tertulia. También caben en el blog los enlaces que se quieran.

Para la próxima tertulia propongo un tema: 'QUÉ PSOE NECESITAMOS'
Si alguien desea avanzar algunas ideas por escrito, aquí las puede publicar. Hay que enviar un correo a la dirección que figura en el blog: tertuliansdelamar2013@gmail.com


  
  

miércoles, 13 de noviembre de 2013

CRÓNICA DE LA CENA TERTULIA (12-11-2013). POR RAFAEL FERRER



Son las 21h del martes, 12 de Noviembre de 2013. La mesa puesta espera en la acogedora salita ya iluminada. Saludos de rigor, bromas y pullas. Los tertulianos vamos tomando asiento con parsimonia dando tiempo a los rezagados. La concurrencia  sería plena, si no fuera por las justificadas ausencias de José Manuel y de Toni.
Actuando de moderador, Pedro pone sobre la mesa ante el invitado ─que hoy es Ximo Martín, experto gestor de servicios sociales en su día y actualmente prestigioso jurista y abogado en ejercicio─  los temas acuciantes de la actualidad: la Justicia (a propósito del caso Fabra), las injusticias (desahucios, preferentes, laborales…), el cierre de la RTVV y, cómo no, la Conferencia Política celebrada por el PSOE el pasado fin de semana.
Ximo Martín comienza por la pendiente sentencia sobre Fabra. Expone la dificultad de probar algunos tipos de delito, como el cohecho y el tráfico de influencias, la cuestión de la “dilación indebida” del proceso causada por el abogado defensor de Fabra y que curiosamente será argüida para minorar la pena, y concluye que posiblemente será condenado por alguno de los delitos fiscales, pero de entrar en la cárcel, nada. Resulta curioso que a esta misma conclusión hayamos llegado los contertulios no juristas… Considera Ximo, por otra parte, que, al margen de lo que a Fabra le depare la sentencia, los actuales dirigentes del PP de Castellón y sectores sociales importantes lo dan ya por  amortizado… No obstante, el autor de esta crónica no ve imposible que ante una sentencia benevolente (y defraudar a hacienda tiene poco reproche social) don Carlos Fabra sea objeto de algún homenaje en desagravio por tanto sufrimiento injusto.
La Justicia en España suscita tanto encendido debate como frustración. El que más y el que menos ha tenido experiencias kafkianas en este campo. Javier propone trasladar al proceso penal el sistema de plazos con que se rige el procedimiento administrativo para evitar duraciones excesivas, prescripciones, olvidos, impunidades… Ximo no ve esta propuesta realizable, lo cual no quiere decir que no haya reformas en la Justicia que  podrían evitar en buena medida la lentitud de los procesos. Al final de este debate  lo que parece claro es que en las sociedades democráticas de libre mercado la justicia es una mercancía más que se compra en el mercado de acuerdo al poder económico de cada uno. La implantación de las tasas judiciales no es más que la aplicación práctica de este principio general.
El cierre de la RTVV merece también encendidos comentarios de los contertulios. Se ve como la destrucción del último elemento superestructural (ideológico, emotivo) de una estructura económica, social, cultural y moral comunitaria en estado de descomposición y hundimiento. Y, asimismo, el despido de más de 1600 trabajadores ─hoy unidos en la desgracia y ayer desentendidos de la manipulación y el mobbing de compañeros─ suscita esta pregunta por mi parte: ¿Es posible la identidad, la unidad de acción, de los trabajadores en general en un mundo en que el trabajo se presenta fragmentado y las ocupaciones son heterogéneas? No faltan referencias al drama que vive España: los jóvenes mejor preparados, hijos de las clases no influyentes, se ven obligados a emigrar mientras aquí sólo queda hueco para los hijos del Poder. Cristina enfatiza el hecho de que los jóvenes que se exilian hoy ya no van a volver nunca.
Llega por fin el tema de la Conferencia Política del PSOE. Ya en este punto los ojos de los contertulios brillan impacientes por intervenir. El moderador abre un turno general de palabra, sistema cremallera, empezando por Fabián, quien ha asistido a la Conferencia y participado en las Comisiones de trabajo y discusión. Hace Fabián una breve exposición que se limita, con buen criterio, a resaltar el buen clima general, la radicalidad de los debates y el interés de las conclusiones aprobadas, como las de la laicidad, las raíces republicanas, etc. En fin, Fabián transmite una visión positiva e incluso ilusionada por el trabajo realizado por el partido en la Conferencia.
Pero la impaciencia acucia y tapa las últimas palabras del improvisado ponente. Todos queremos intervenir y así lo hacemos. El también improvisado cronista se toma la libertad, a efectos metodológicos, de agrupar las ideas expuestas en los siguientes ejes temáticos:
Uno. Buenas intenciones al margen de los inspiradores de la Conferencia, subsiste una desconfianza profunda hacia el aparato del partido, que en su actual configuración se le ve incapaz de recoger de las bases sus ideas e inquietudes e instaurar conductas coherentes con la honestidad y la transparencia que se predica (Pedro). En este sentido, la Conferencia no irá más allá de un gesto ante la galería (Carmen).
Dos. La Conferencia en sí no tiene sentido. Si se quiere refundar, innovar o actualizar el pensamiento y el programa, ello debe hacerse en un Congreso extraordinario, el cual tiene la capacidad de aprobar resoluciones de obligado cumplimiento. De una Conferencia sólo se pueden extraer recomendaciones morales sin fuerza coactiva (R. Calvo).
Tres. En la Conferencia se han planteado temas que no preocupan a la gente de la calle, como la república o la monarquía, etc. (Inma)
Cuatro. El socialismo está más a la izquierda que la socialdemocracia. La ambigüedad raíces republicanas/aceptación coyuntural de la monarquía es inaceptable (Javier). (Aquí el cronista vuelve a tomarse otra licencia: ¿Hablamos del socialismo real? La república es una forma de gobierno más consubstanciada con la democracia, pero la república en sí no equivale a izquierda. Don Niceto Alcalá Zamora no era de izquierdas ni tampoco Azaña, aunque no nos sobrarían unos cuantos Azañas en el partido…)
Cinco. No se ha abordado el problema del liderazgo. Rubalcaba está ya amortizado y hay nombres como el de Madina, Patxi López, etc. esperando. (Pep Lluís).
El tiempo apremia. La cordialidad y el tono afectivo hacen agradables las discrepancias. Las ideas básicas comunes crean fraternidad.
Es hora de terminar, pero no sin antes escuchar al moderador: agradece a Ximo su presencia y lo invita a participar como un contertulio más en próximas reuniones, invitación que es en principio aceptada. Todos los contertulios estamos de acuerdo con la nueva presencia de alguien que ha dado muestras de saber y de discreción.
Y siendo ya las 24h se levanta la sesión y cada palomo vuela hacia su olivo.
Castellón, a 12 de noviembre de 2013.

jueves, 18 de julio de 2013

UNA PÁGINA DIFÍCIL DE ARRANCAR

Memorias de Alfonso Guerra (1991 - 2011)

Estas reflexiones corresponden a uno de los últimos capítulos del libro, esclarecedor de muchos pasajes de la historia reciente del socialismo español.




lunes, 15 de julio de 2013

DECLARACIÓN DE GRANADA


Reproducimos este documento por su indudable interés, para su análisis y como tema de debate.


Declaración de Granada
UN NUEVO PACTO TERRITORIAL: LA ESPAÑA DE TODOS


En la historia de España la democracia y la descentralización política del Estado siempre se han necesitado mutuamente, han sido realidades inseparables. El centralismo sólo ha logrado imponerse sacrificando la libertad política. La lucha por la democracia ha estado ligada a la defensa de la diversidad y la reivindicación de un Estado plural y descentralizado; lo cual, por otra parte es plenamente congruente y respetuoso con su propia formación histórica. España nació de la diversidad, y sólo desde ella es posible garantizar la libertad y la convivencia entre sus pueblos.
A partir del gran pacto político de la Transición, plasmado en la Constitución de 1978, hemos construido entre todos una democracia firme y estable, y un modelo de convivencia pacífica del que nuestro país careció durante demasiado tiempo.
Una pieza esencial, uno de los principales pilares sobre los que se ha asentado el éxito de la democracia española, ha sido la creación y el desarrollo del Estado de las Autonomías. La Transición fue un gran pacto político que incluía, como pieza imprescindible, un gran pacto territorial.
El modelo autonómico español ha sido un éxito. No sólo por su contribución decisiva a la consolidación de la democracia, sino porque ha cambiado para bien la configuración de la sociedad española, y ha actuado como un motor del progreso y de la cohesión, de superación de las terribles desigualdades territoriales del pasado.
Las Comunidades Autónomas han desempeñado un papel protagonista en la construcción del Estado del Bienestar y en la consolidación de derechos y servicios públicos esenciales para los ciudadanos, como la sanidad, la educación, los servicios sociales, las pensiones o la igualdad entre hombres y mujeres.
Además, fue capaz de integrar en un proyecto común a nacionalidades históricas definidas por sus respectivas identidades políticas, culturales y lingüísticas.
En definitiva, el Estado de las Autonomías, al contrario de lo que creen sus detractores, ha sido el instrumento más eficaz de vertebración nacional y de cohesión social. Ha sido y tiene que seguir siendo uno de los pilares más sólidos de la unidad de los pueblos de España. Por eso, los socialistas seguimos creyendo en el Estado de las Autonomías.
Ayudamos decisivamente a construirlo, lo hemos desarrollado desde el Gobierno de España y desde los gobiernos de las Comunidades Autónomas, y lo seguiremos defendiendo como el único marco político viable de una España moderna, libre y democrática.
Pero somos conscientes de que, al igual que sucede con otros elementos esenciales de nuestro sistema político, el Estado de las Autonomías necesita hoy una profunda revisión y una actualización urgente.
Y ello, principalmente, por tres razones:
a) El Estado autonómico, tal como quedó dibujado en la Constitución de 1978, tenía mucho de tentativo; era la primera experiencia histórica de una transformación radical de la estructura del Estado, y sólo su desarrollo en la práctica nos ha permitido comprobar su funcionamiento y sus disfunciones: lo que hay que mantener, lo que hay que reforzar y lo que hay que rectificar.
Por esa razón, la Constitución dejó excesivamente abiertos e imprecisos algunos aspectos esenciales del modelo autonómico, como la propia determinación de las Comunidades Autónomas, la distribución competencial entre éstas y el Estado, el modelo de financiación, la organización de las Administraciones Públicas o los mecanismos de cooperación entre ellas.
El Estado autonómico contiene desde su origen una evidente vocación federal; pero en su diseño y en su desarrollo han faltado piezas que forman parte esencial de los Estados federales que mejor funcionan.
Pues bien, ha llegado el momento de llenar los vacíos, precisar lo que quedó impreciso, actualizar lo que ha quedado obsoleto y corregir lo que ha demostrado ser disfuncional o simplemente no ha cumplido adecuadamente su papel.
b) La aceleración del tiempo histórico nos sitúa hoy ante realidades que hace tres décadas y media eran inimaginables. En 1978 no estábamos en la Unión Europea, ni existía Internet, ni nos habíamos convertido en una sociedad de inmigración, ni nuestra economía estaba globalizada, ni existía el euro, ni había una crisis financiera global, ni se habían universalizado la sanidad y la educación como servicios públicos, universales y gratuitos que hay que financiar y gestionar con eficacia: de hecho; el Estado del Bienestar estaba por construir.
Esto significa que no sólo tenemos problemas irresueltos en nuestro sistema autonómico; sino, también, que para estar a la altura de los tiempos tenemos que afrontar una buena cantidad de nuevos problemas.
c) La crisis económica, además, ha creado un enorme malestar social que se ha proyectado también sobre el conjunto del sistema político. La sociedad española hoy cree menos en el proyecto europeo, cree menos en el funcionamiento de las instituciones democráticas, y cree menos en la capacidad del sistema autonómico para resolver los problemas de los ciudadanos.
Esto ha hecho renacer entre nosotros dos viejas tentaciones que creíamos haber superado: la tentación centralista y la tentación secesionista. Por una parte, los que siempre vieron con recelo el Estado autonómico, han encontrado la oportunidad de impulsar el retorno a la recentralización y cortar las alas al autogobierno de nuestras nacionalidades y regiones. Por otra parte, el nacionalismo moderado de Cataluña ha abandonado el terreno de la moderación y se ha pasado al campo del secesionismo. Ya no busca la mejor forma de encajar a Cataluña como una realidad específica y diferenciada dentro de España: busca directamente que Cataluña rompa con España.
Frente a todo ello, la posición de los socialistas es clara y firme: el triunfo de cualquiera de esos dos proyectos antagónicos, el que pretende recentralizar España y el que pretende desmembrarla, sería un desastre y desataría de nuevo todas las tensiones territoriales que durante demasiado tiempo hicieron imposible la convivencia en libertad de los pueblos de España, además de hacer aún más difícil la salida de la crisis.
Ni el retroceso ni la ruptura son la solución que España necesita. Pero tampoco lo es el inmovilismo, porque hay realidades que están ahí y no se pueden ignorar.
La solución, una vez más, es la reforma en profundidad. El Estado de las Autonomías tiene que evolucionar, tiene que actualizarse y perfeccionarse. Y tiene que hacerlo en su sentido natural: avanzando hacia el federalismo, con todas sus consecuencias.
Este no es sólo el camino lógico y constructivo; es también el único punto de encuentro posible para restablecer el consenso territorial en España. Y por eso el Partido Socialista, en el ejercicio de su responsabilidad, lo va a proponer, lo va a defender y lo va a impulsar con todas sus fuerzas.
Vamos a defender un Estado de las Autonomías del siglo XXI, con una estructura territorial de carácter federal capaz de proporcionar todo lo que de él demandamos:
• Respeto a las identidades diferenciadas dentro de España, compatible con un compromiso colectivo con el proyecto común.
• Solidaridad para seguir reduciendo las desigualdades territoriales.
• Cooperación efectiva entre el Gobierno de España y los Gobiernos autonómicos, y de éstos entre sí.
• Igualdad de derechos básicos de todos los ciudadanos, cualquiera que sea el lugar en el que residan. Sí a los legítimos hechos diferenciales, no a los privilegios o a las discriminaciones.
• Y eficacia en la gestión de los recursos públicos, lo que exige una racionalización de las Administraciones, de todas ellas, para que éstas faciliten la vida a los ciudadanos.
Los cambios que necesita el Estado de las Autonomía no pueden solventarse mediante simples modificaciones legales. Si queremos hacerlo de verdad, es obligatorio abrir el camino de la reforma constitucional. Y eso significa restablecer un nivel de consenso al menos tan amplio como el que hizo posible la Constitución de 1978.
• Necesitamos reformar la Constitución para incorporar a ella expresamente el mapa autonómico de España.
• Necesitamos reformar la Constitución para clarificar y delimitar definitivamente la distribución de las competencias, de las responsabilidades y de las obligaciones del Estado y de las CCAA. Para acabar con la confusión actual, que genera toda clase de conflictos.
• Necesitamos reformar la Constitución para sustituir el Senado por una auténtica Cámara de representación territorial, sin la que no puede funcionar un Estado de corte federal.
• Necesitamos reformar la Constitución para incorporar los hechos diferenciales y las singularidades políticas, institucionales, territoriales y lingüísticas que son expresión de nuestra diversidad.
• Necesitamos reformar la Constitución para establecer un nuevo sistema de financiación autonómica justo y equitativo que dé certeza, estabilidad y equilibrio al sistema de reparto de los recursos públicos, hoy permanente cuestionado y sometido a continuas revisiones.
• Necesitamos reformar la Constitución para incorporar como derechos fundamentales la protección social y la sanidad, y para asegurar la garantía de los servicios sociales básicos, de la educación, la sanidad y las pensiones, para todas las personas que viven en España, cualquiera que sea su origen o su lugar de residencia. Para dar cobertura constitucional a un Fondo de Garantía del Estado del Bienestar.
• Necesitamos reformar la Constitución para crear los mecanismos de cooperación institucional que caracterizan a los Estados federales y de los que hoy carecemos en gran medida.
• Necesitamos también constitucionalizar la participación de las CCAA en la gobernación del Estado y en la presencia de España en Europa, tanto para contribuir a la formación de la voluntad de España, como para garantizar la ejecución en sus respectivos territorios de las decisiones que se tomen en la Unión Europea.
• Necesitamos modificar el control constitucional de las reformas de los Estatutos de Autonomía para que no se repita el hecho de que el Tribunal Constitucional anule parcialmente un Estatuto que ya ha sido votado por los ciudadanos.
• Y necesitamos que la reforma de la Constitución afecte a las Administraciones Públicas, y que incluya a la Administración Local. Necesitamos regular constitucionalmente las competencias de las entidades locales, reconocer su autonomía política y funcional, articular la intermunicipalidad para apoyar a los municipios pequeños de acuerdo con sus propias características, garantizar que el desarrollo de su régimen jurídico se haga mediante una Ley Orgánica.
En la situación actual, España no sólo necesita una gran concertación económica y social para salir de la crisis. Necesita renovar el pacto para reformar el sistema político y construir la democracia del siglo XXI. Como parte de ello, necesita un nuevo pacto territorial, no para debilitar el Estado de las Autonomías, y tampoco para desandar lo recorrido en estas tres décadas y media, sino para seguir avanzando en el único camino que ha demostrado ser fructífero. Para seguir viviendo y conviviendo juntos, que es la única forma de que salgamos adelante.
El Partido Socialista está dispuesto a levantar esta doble bandera: la bandera de las reformas y la bandera de los consensos. Estamos dispuestos a compartir y debatir ideas e iniciativas, a hablar con todos y de todo, a tender puentes en lugar de volarlos, como algunos parecen desear.
Estamos en mejor posición que cualquier otra fuerza política para hacerlo porque es lo que hemos hecho desde el primer día de la democracia: impulsar todas las reformas y participar en todos los consensos.
Queremos hacerlo porque el Estado de las Autonomías es en buena medida el fruto de nuestro esfuerzo, y la tarea de hoy es reformarlo, precisamente para salvarlo de las tendencias contrapuestas que lo amenazan.
Y estamos dispuestos a hacerlo porque responde a nuestros principios y porque sentimos que es nuestra obligación histórica con España.


Granada, 6 de julio 2013

sábado, 6 de julio de 2013

LA CORRUPCIÓN Y LA JUSTICIA

                                                                                                               Rafael Ferrer 

Desde hace algún tiempo un grupo de personas, unidas por los vínculos de las comunes ideas socialistas y la amistad en el mejor sentido epicúreo, nos venimos reuniendo con periodicidad irregular en una especie de cena-tertulia, ‘Tertulians de la mar’ la llamamos por el lugar donde se produce el cenáculo. Para cada sesión se elige un tema de interés y se invita en ocasiones a un ponente ajeno al colectivo para que introduzca la cuestión. A partir de esta introducción se dialoga asintiendo a las tesis  o proposiciones expuestas, oponiéndose, matizando, presentando dudas o alternativas, siempre en un clima amistoso alejado de la conflictividad de la vida orgánica partidaria. En la tertulia del día 2 de julio tocó referirse al problema de “los socialistas ante la corrupción y la justicia”.
Aparece la corrupción en este momento de España como una nube plomiza, tóxica, ominosa, omnipresente,  que nos angustia y nos nubla cualquier perspectiva de futuro, especialmente a los socialistas que nos aplicamos la sentencia corruptio optimi pésima, no porque nos creamos superiores a los demás ciudadanos, sino porque en la esencia del socialismo democrático está (debe estar) la honradez y la decencia. Razón por la que los electores no pueden perdonarnos cuando nuestras conductas contradicen los principios que nos definen.
No caben excusas. Los más de 1660 casos de corrupción abiertos en 798 juzgados afectan a todas las formaciones políticas, en mayor proporción al PP y al PSOE y se extienden por todas las Autonomías, desde Cataluña a Andalucía, pasando con detenimiento por la Comunidad Valenciana y acabando en Madrid. Se intenta matizar, separar unos casos de otros, no es lo mismo gestionar contratos irregularmente sin beneficiarse económicamente de forma personal que participar en una trama empresarial montada para expoliar fondos públicos; no es lo mismo hacer alguna gestión para desatascar un trámite en la máquina burocrática por razón de amistad o relación política que convertir toda una provincia en cortijo particular, incluido el aeropuerto… Como dijo uno de los contertulios, hay una corrupción de la miseria (refiriéndose al caso de los ERES) y está la alta corrupción de cuello blanco…
Y, sin embargo, no caben distingos en la percepción que el ciudadano tiene de la realidad: PP y PSOE son la misma cosa, iguales son ante la corrupción, todos roban, cada cual lo que puede. En este punto se impone ante los tertulianos la cuestión clásica: ¿Qué hacer? Y brotan las respuestas. Voluntariosas, radicales, idealistas…:
A partir de este momento, tolerancia cero con la corrupción. Nadie discrepa. Pero cómo se instrumenta este principio radical?, ¿quién da la orden?, ¿quién la hace cumplir?, ¿la vieja guardia?, pregunta alguien. Renovación total, desde la cúpula hasta la última de las agrupaciones locales, propone otro. ¿Dónde están esos jóvenes enérgicos, competentes, limpios, capaces de hacerse cargo de negocio tan complejo como es el de la política y la dirección de un partido que ha gobernado todo un país? En el mundo político ─y en la vida en general─ no sirven las fórmulas sincréticas y reduccionistas, replica otro contertulio.
Que sea la sociedad civil la que se mueva y actúe de catalizador, se dice desde otra esquina. ¿La sociedad civil? Pero  eso no es más que un constructo de la clase burguesa para ir contra el Estado, añade otro compañero que no ha olvidado el concepto de estado ampliado de Louis Althusser. Avanza la noche. Algo hay que hacer.
Muchas cosas que hemos hecho los socialistas no son compatibles con la conducta que los ciudadanos esperan de nosotros y que son inherentes a nuestra ideología. Habrá que empezar reconociendo, confesando errores. Habrá que comprometerse con una ética sin fisuras. Habrá que ser implacable con los incumplidores deshonestos. La selección de los funcionarios deberá ser protegida del  sistema de expolio que aplica cada partido cuando gana las elecciones. A los órganos de control se les garantizará la independencia…, pequeñas medidas de micropolítica que recorran a toda la organización y la convierta en transparente para el resto de los ciudadanos.
¿Y de la Justicia? ¿Qué podemos esperar de los jueces? Opiniones dispares. Acaso en estos momentos, dada la situación socioeconómica de los españoles y la relativa proletarización de la judicatura, se pueda esperar más que en ningún otro tiempo. Ejemplos haylos ahora de actuaciones ejemplares, expone uno. ¿De ejemplaridad hablamos? La ejemplaridad en un sistema corrupto como es el capitalismo no demuestra que se pueda en general ser honesto, sino que sólo algunos individuos particulares logran manifestarse como ejemplares para reforzamiento del propio sistema,  objeta otro compañero. Y añade: el derecho, más allá de la técnica jurídica, en la cima, en última instancia (y nunca mejor dicho) es y se confunde con la política, es política en estado puro. Aquí, en nuestra ciudad, a partir del 2 de octubre se va a juzgar al señor Carlos Fabra. Según información de prensa los tres magistrados de la Sección 1ª ya fueron corregidos por el Supremo sobre el delito de cohecho. ¿No están contaminados? ¿Alguien se cree que la abstención del presidente de la Audiencia los ha limpiado de la contaminación? Vivir para ver.